Hoy en día el poder, el dinero, los
bienes, las preferencias sexuales, el país de origen o la religión son simples
excusas utilizadas para lastimarnos entre nosotros mismos. Dejamos de ser humanos.
El amor y la fe son utilizados por los que
manejan las palabras, lo mueven a su gusto para que las personas no cuestionen
nada. Todos bajamos la cabeza y seguimos el paso que va
marcando otro, somos peones en este juego de ajedrez que ni sabemos estamos participando. Nos
sentimos bien humillando a otra persona,
cuando somos capaces de mirar a los ojos de alguien que sufre y decir que
el fin justifica los medios. dejamos de ser humanos
Es el que se siente bien
humillando al otro que aniquila el autoestima y los sueños de una persona, el hombre
que toma el brazo de una mujer con
fuerza para imponer su hombría, es el adulto que se sienta en un banco a mirar
lascivamente a pequeñas niñas mientras juegan en el parque. Somos todos, cada cosa que hacemos sin cuestionarnos o
justificamos que otros también lo hacen. Es tiempo de mirar a nuestro alrededor
de no hacernos los ciegos cuando alguien hace algo mal, de intervenir ante el maltrato,
de mitigar un poco el daño que nos estamos causando.
Cuando dejamos de ser humanos e importarnos
el dolor de los demás, compartir un video en las redes sociales o echar una
foto en un funeral, es que no sabes que esa persona era familia o amigo de alguien. Anteriormente nos diferenciábamos
de los animales por que podíamos pensar y razonar pero ahora que nos hace diferente? Fácil.
Muchos, somos menos.
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